La mujer y su derecho a gozar

Una Educación sexual marcada a fuego

Ser mujer, aún hoy en día, continúa siendo una tarea no muy sencilla, ya que las innumerables limitaciones que nuestra sociedad sexista le ha impuesto a la mujer han tenido repercusiones en los diferentes ámbitos de su vida, entre ellos el sexual.



Gracias al cuestionamiento de los roles sexuales y de género que comenzaron a realizar los grupos feministas desde hace ya más de un siglo, la mujer ha logrado acceder a espacios que antes le eran totalmente vedados, determinando la asunción de responsabilidades y acciones a la par del varón. Sin embargo, recordemos que los roles tradicionales de la mujer se han venido transmitiendo de generación en generación durante mucho tiempo, lo cual lleva a que no sea tan sencillo despojarse de ellos aunque el entorno social lo permita. Es así que la sexualidad continúa siendo aún para muchas mujeres, un terreno donde encuentran dificultades para su pleno y auténtico disfrute.

Educadas en el entendido clásico de su necesidad de tutela y protección por parte de un varón (ya sea padre, hermano, pareja, etc.), las mujeres vieron construir un imaginario social de su sexualidad que nada tenía que ver con lo que realmente sentían. Los cuerpos o pedazos de cuerpos femeninos desnudos o semi desnudos, que aún continúan apareciendo en los medios como un atractivo para la venta, muestran como la sexualidad de la mujer fue construída por los varones, inventada por ellos, y no por sus auténticas propietarias. Al parecer era el varón el que enseñaba e iniciaba a la mujer en la sexualidad, era quien la “hacía mujer”.

En base a esta educación entonces, la mujer aprendió a incorporar un mensaje negador de su sexualidad, donde no se le enseñó a reconocer y valorar su propio cuerpo y sus genitales; se la instruyó para que se definiera como un “ser sin miembro”; se le indicó que la función principal de su sexualidad era la de traer hijos al mundo; se le limitó o negó el derecho al placer, y se “olvidó” decirle que gozar sexualmente es signo de salud y que en absoluto es un privilegio masculino.

Si bien los tiempos han cambiado y ahora la mujer puede elegir y exigir, en muchas ocasiones y a la hora de los hechos irrumpen estas enseñanzas que han quedado marcadas a fuego, expresándose en dificultades para excitarse, para lograr el orgasmo, para tomar la iniciativa en la relación sexual, etc.

Paralelo a esto continúa actuando la tradicional división entre mujeres “buenas” y mujeres “malas” (aspecto muy reproducido por los teleteatros), en donde la buena ama con sumisión siendo una madre abnegada y desexualizada, y la mala no desea tener hijos y se dedica a disfrutar de su erotismo. Hoy por hoy ambas mujeres, hartas ya de estar separadas por tantos siglos en nuestra civilización, han comenzado un camino de encuentro y síntesis en donde se puedan reconciliar las distintas y auténticas formas del ser mujer.